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Como integrante de la comunidad jurídica militar y en honor a mi cargo de Presidente del Tribunal Supremo Militar Policial considero una obligación contribuir a través de la palabra y la acción a fortalecer el espíritu e institucionalidad de la justicia militar y restablecer su jurisdicción injustamente amputada por decisiones que antepusieron intereses particulares a los verdaderos intereses del Perú: La paz interna, la seguridad nacional, el orden, la justicia y el desarrollo democrático. Mediante este blog los invito a un diálogo alturado y a un intercambio de ideas que permita generar mayor grado de información y conocimiento sobre los fines y también sobre los desafíos que enfrenta el Fuero Militar Policial.

miércoles, 1 de febrero de 2012

La razón de mi lucha por el Fuero Militar Policial*

Contralmirante CJ(r) Carlos Enrique Mesa Angosto
Presidente del Fuero Militar Policial

Cuando asumí la Presidencia del Fuero Militar Policial, mi compromiso fue luchar por la supervivencia de esta jurisdicción. Habiendo logrado esto a finales del año pasado, mi compromiso para el presente año fue consolidar definitivamente nuestra institución, lo cual se ha logrado plenamente.

Al culminar este año de gestión (2010), debo exponer la memoria de la labor cumplida en ese lapso. Empero, antes de iniciar ello quisiera expresar algunas reflexiones en torno a la justicia, la ética y el rol del magistrado. Espero que mis palabras sean de provecho para los señores Vocales, Jueces y Fiscales del Fuero Militar Policial, y en general, para todos los presentes.

Lo que expresaré son algo más que unos apuntes de observaciones y mucho menos que un cuerpo de doctrina. No expresaré nada de contenido científico ni de narración amena. Únicamente, les expresare un estado de conciencia que es fruto de una vida entregada a mi rol de magistrado de la jurisdicción militar policial.

Con cada año que paso en la justicia militar policial, mi afecto por este fuero aumenta. No es el mismo afecto que tuve cuando ingresé… ahora es una vocación multiplicada y depurada, un entusiasmo ardiente, una fe invulnerable. Mi afecto por el fuero militar policial ha sido el sedimento de mi carrera profesional.

En efecto, los que trabajamos en la justicia militar policial no lo hacemos por el indispensable mantenimiento, ni mucho menos por la riqueza. Lo hacemos por amor a la justicia, por hacer el bien, por elevar nuestra institución, por velar por la seguridad y la defensa de la patria, mediante la sanción de toda inconducta que atente contra la disciplina de las fuerzas del orden.

El trabajo que se arrastra sin fe es en exceso angustioso porque tiene todos los caracteres de la esclavitud. La carrera de magistrado militar policial no es una consagración laboral sino una concreción profesional. Nuestro cargo de jueces y fiscales nos exige entregar nuestra vida a la justicia. Un magistrado que no dedique hasta su último aliento a la justicia, nunca será un verdadero magistrado.

En el magistrado militar policial la rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos. Primero debe ser bueno; luego, ser firme; después, ser prudente; la ilustración viene en cuarto lugar; la pericia, en el último.

Un magistrado es, en conclusión, el hombre que se entrega a la justicia y lucha por ella. Los demás serán solo magistrados de profesión, pero nunca magistrados profesionales.

Me siento orgulloso de ser Presidente del Fuero Militar Policial; me siento orgulloso de ser magistrado de esta jurisdicción. Me siento orgulloso porque hacer justicia, como magistrado, constituye la obra más íntima, más espiritual y más noble del ser humano.

Nuestro rol de magistrado nos exige tener la fuerza de la convicción, la definición de justicia; el aliento para sostenerla; el noble estímulo para anteponerla al interés propio; y, el sentimentalismo lírico para templar las armas del derecho. El desempeño de la magistratura no se cimienta solo en la lucidez del ingenio, sino, preponderantemente, en la rectitud de la conciencia. Esta es la piedra angular.

Un magistrado es como la balanza de precisión de un laboratorio, pues si se separa un milímetro del fiel camino de la justicia, origina la debacle de la sociedad.

Con vehemente orgullo, que es una característica sustancial de la dignidad humana (sentimiento que no debe ser confundido con la vanidad, pues esta nace de la estrechez de conciencia) les digo que el cargo de magistrado que desempeñamos nos obliga a renunciar a los intereses, al bienestar y al goce, para entregarnos al bien del otro y matar el sensualismo en servicio del deber o del ideal. Eso es sustancial en el magistrado.

Hacer justicia sin ningún otro interés más que la justicia por sí misma; hacer justicia a quien nos ofendió, hacer justicia a costa de perder amigos o ganar enemigos; hacer justicia afrontando la injuria y la impopularidad…. es loable para el ciudadano común pero no para el magistrado. En efecto, para el magistrado hacer justicia no es motivo de congratulación ni de mérito… sino…. simplemente su deber… su razón de ser.

El magistrado militar policial tiene que desempeñar su cargo con pasión y devoción; debe ser consciente de la superioridad de su función. Por ello, ha de huir cuidadosamente de los siguientes peligros:
A. Huir de la tentación del dinero: El único deseo del magistrado debe ser hacer justicia y buscar la verdad. Esto debe satisfacer su vida…. debe ser su horizonte. Un magistrado que busca el dinero se hace esclavo de éste, de allí que carece de libertad para hacer justicia.
B. Huir del amor instrumentalizado: ¿Quién resiste la súplica de la persona amada? El amor instrumentalizado, esto es, utilizado como medio y no como fin en sí mismo, puede originar rendimiento y servidumbre; y el que padece tan grave disminución de su albedrío, nada puede dirigir ni de nada puede responder.
C. Huir de la presión familiar o amical: Hay parientes y amistades comedidos y prudentes que respetan la libre voluntad del magistrado. Empero, esto por lo general es la excepción.
D. Huir de la política: Raro y difícil es que quienes se afilian bajo una bandera y acatan una jefatura, no sufran, cuando menos, una deformación del juicio que les haga ver buenas todas las causas que beneficien a su credo, y perversas cuantas le contradigan.

Así de noble y difícil es la vida del magistrado militar policial. Este cargo no encierra por sí solo calidad alguna, y cuando no hay calidades verdaderas en la persona que lo ostenta, se reduce a un título irrisorio.

Si el desempeño de la magistratura fuese solamente administrar y aplicar las normas, tendríamos una profesión pobre y pusilánime. No valdría el esfuerzo de transformación, sino bastaría saber técnicas de encasillamiento de la realidad en normas y conocer el derecho no exigiría años de estudio y experiencia, sino solo meses para memorizar normas.

La justicia exige un magistrado militar policial con una escala de valores que le pueda dar criterios de la naturaleza humana, de las aspiraciones e ideales sociales. La administración de justicia no puede desligarse de la práctica de los mismos.

La magistratura implica per se ser justo. La justicia y la verdad son la dimensión práctica de la labor jurisdiccional. La justicia y la verdad son el actuar de acuerdo a los valores imperativos del derecho.

Siempre debemos tener presente que el Fuero Militar Policial tiene un rol preponderante en la preservación de los derechos humanos, principalmente por dos factores:

Primero, porque esta jurisdicción especializada es el instrumento que garantiza la efectiva defensa y seguridad de la República, lo cual es el presupuesto habilitador para el desarrollo de una sociedad enmarcada en una política de protección y promoción de los derechos humanos; y,
Segundo, porque la justicia militar policial vela que los efectivos militares y policiales ejerciten sus funciones con estricto respeto de los derechos de los ciudadanos; es decir, previene toda distorsión o exceso funcional que atente o lesione los derechos de la persona humana.
En suma, el Fuero Militar Policial coadyuva al cumplimiento del deber primordial del Estado de defender la soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, proteger a la población de las amenazas contra su seguridad, y promover el bienestar general, en concordancia con los artículos 44º y 163º de la Norma Fundamental. Factores de innegable e inconfundible beneficio para el adecuado desarrollo de la sociedad, en un marco jurídico protector de los derechos humanos, a la vez que es habilitador de las condiciones de existencia sosteniblemente segura.

Culmino este discurso, expresando mi gratitud a los señores magistrados que han puesto su esfuerzo para alcanzar las metas conseguidas este año, gratitud que es extensiva a todo el personal de nuestra institución. El producto del esfuerzo conjunto es el que ahora damos cuenta con orgullo.

Aprovecho esta ocasión, para renovar mi compromiso, en calidad de Presidente del Fuero Militar Policial, de luchar siempre por una justicia militar autónoma, independiente, imparcial y ejemplar, que sirva como referente de profesionalismo y excelencia para nuestro país y para el mundo.

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